Abbas Baydoun

Abbas BaydounTyr, en cuanto llegamos a ti,
arrancaste de nuestras laringes
la fibra campesina
y he aquí que con las palabras,
de ti aprendidas, no supimos hablarte.

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Tyr, en cuanto llegamos a ti,
arrancaste de nuestras laringes
la fibra campesina
y he aquí que con las palabras,
de ti aprendidas, no supimos hablarte.

No te hablaremos,
porque tú andas en busca todavía,
entre tu piel, de tu boca cerrada.

Porque entre tu palabra
exhalas un cálido soplo
sobre los rostros
de tus interlocutores
poco numerosos,

porque tú arañas, muda,
tu tierra dura y tu arena
y que, sin saludar,
tu mano se abata
sobre el norte del mar

He aquí que tu cuerpo se pierde
y no hay lámpara sobre tu piel
Que venga
a resonar sobre tus caminos huyentes
Tú estarás roída
y tus piedras se acumularán
al filo de los años

Cuando tus pilares se hundan cada año,
habrá para ti un cadáver de piedra
Tú te abismarás entre el mar
Mientras que tus hornos brillarán a lo lejos
Bajo tus techumbres derruidas,
se levantaron rápidamente los tugurios,

Pero las ventanas
que se abren en medio de tus ruinas
no invitan al paseante ni al escolar

Tu cabeza está entre tus hombros
que se curvan
Ni las mujeres que esperan
bajo las escaleras y las altas alcobas
el retorno de sus hijos y de sus esposos
que se demoran en las tabernas

Ni los perros afamados
Ni tu tierra hirviente de ratas
no podrían impedir que tus senderos
se enloden entre las cunetas
y las charcas de agua
o que se pierdan entre el sotobosque
como subterráneos salvajes

Ellos no podrían arrancar las estrellas
a los ojos de los insectos,
Ni librar a las calles
del nudo estrecho de tu pulgar.

Te derrumbarás, madre envejecida
Ninguna ciudad se levantará después
Te derrumbarás
como una chimenea sobre tus flancos
y te dormirás sobre la playa,
la cabeza entre la arena
como el perro de mar

Nadie se dirigirá a ti,
porque quién podría adivinar que tú hablas
En medio de tu brisa vacilante
En medio de los faros de los carros
que se imponen a tus fronteras

¿quién podrá adivinar
que una letra tan minúscula
como un ala de mosca
cae cubierta por el polvo de las alas
que llueven sobre tus puertas?

¿Quién podrá adivinar que tu boca,
oculta en tu interno
como un anillo en un pozo
habla a través de un huracán de trueno
o una ola que subleva la ribera?

Nadie te hablará,
tus aguas no cambiarán en adelante
estarás al final del mundo
y todos entrarán otra vez antes de ti

Los jardines, compañeros del mar
no osarán penetrar en tus negras piedras
Los pájaros migratorios
temen la prisión de nubarrones humeantes
La nube de las flores del naranjo
que acompaña a los viajeros
descenderá sobre tus confines próximos

y los viajeros no llegarán en absoluto
y tu cielo no cambiará en nada
Sólo te quedará el aire vacilante
en el umbral de las callejuelas
siempre hirviente de sal,
de arena y de moscas
sangrando sobre los objetos,
los arroyos y las ruinas

cayendo aquí y allá
lentamente
desde que las riberas salinas lo aturdieron
y dejando entre los nudos
ensangrentados del sudor
el peso de las lágrimas del mar

Tú fuiste isla y fortaleza
y un alto para los viajeros
el día no bastaba para construir
ni la noche para soñar
tus estrellas no eran bastante grandes
ni tu luna brillante
Por ello tus marineros
desfallecían en tus caminos

Y tus soldados
se desecaban entre las torres
Sobre los barcos de salida
veíamos el cielo inmenso
cantábamos y fecundábamos
como los insectos en las viñas

Nosotros danzábamos entre la brisa leve
declamando poemas, gritando nuestro amor
para aquellas
que no asomaban jamás a los balcones

La humedad enceguece tu risa
por ello los grandes fuegos
no se encienden sobre tus flancos
tú tienes el corazón de un pez
y el alma de un pájaro marino
por eso dejas tus muertos sobre la piedra
y caes en un solo golpe de remo

Eres el zapato de la tierra
fugado entre las cavidades de las olas

Los caminos terrestres
hacen que vengan a ti los campesinos
Y los del mar, los conquistadores

Entonces las cestas de los campesinos
se perderán en sus miradas
Por ti pasan los soldados en huida
y de tus ventanas
tiran sobre la gente en los mercados

Así tus imanes, tus jueces y tus jefes
son pasados por las armas
mientras que tus pobres
hurgan los peces muertos
en busca de la sal de su alimento

En cuanto descendimos de las aldeas
ellos vaciaron nuestros fusiles
hasta la última bala
y nos izaron sobre las mesas
nos exhibieron a la mirada de los beodos
nos descuartizaron sobre tus piedras
lejos de las estrellas de las campiñas

nos sujetaron a los navíos
como buhoneros y esclavos
Sobre los cordajes,
exprimieron los corazones redondos
como las manzanas de las montañas
Y soltaron las olas sobre los cadáveres
de los clavadistas

Así, en tus mercados,
ellos nos hicieron danzar bajo las balas
Nosotros marchamos,
los ojos fijos en el suelo
como si buscáramos un botón perdido
o el ojo de una aguja

Así fuimos nosotros
con corazones castrados
y rostros como de suelas
temíamos hundirnos en ti
hasta el punto
donde se reúnen las mareas nocturnas

Nosotros ignoramos los sonidos del rayo
del viento y de la lluvia
para aprender cada día
el lenguaje de los cangrejos
descompuestos entre el mar

He aquí tus sueños que se petrifican,
una vez
salidos de los huecos dentados
de tu cabeza

helos aquí que se multiplican
como la piedra gris
entre tu flanco estrecho
Tú te alejas del abrazo del mar
tú te purificas con la espuma
pero las antorchas de tus marineros
continúan agitándose sobre las olas

¿Murmuras tú?
¿Una concha se rompió sobre tu boca?
¿Tus osamentas temblaron por un instante?
¿Dónde está la última lágrima que golpea
el corazón de la piedra?

Tú eres Tyr caída del bolsillo de la historia

¿Por qué moras tú sobre tus arenas
como una lata perdida?
¿Quién te empujará de nuevo hacia el mar?
¿Quién aportará un árbol
a tus calles encorvadas?

La pesca continúa sobre tu frente
que exhala olor a peces
y a sangre apagada
Se sigue inspirando miedo
a los escolares por el mar
y a los pescadores, por los libros

Nosotros que hablamos desde tu cadáver
abrimos nuestras ventanas
entre tu pútrida carroña
Vemos la sangre correr de las batientes,
de los cuchillos
y de las cartas de juego
para permanecer hasta el arribo del flujo
hasta que toque tu corazón

Nosotros no te abandonamos
como los príncipes del mar
o los pájaros de la tierra
porque no somos otra cosa
que tus pasarelas
tus piedras
y tus peces

Tú eres nuestro carro
que empujamos hacia la montaña
y hacia el mar
pero caemos bajo tus ruedas
al fin del día

Cantamos en el trabajo
pero el tiempo pasa sobre nosotros
y nos deja columnas y mármol
El tiempo gime
acabando de modelar la piedra

Delante de ti, nosotros nos alineamos,
islas dispersas
y tú marchas sobre nosotros hacia el mar

En la noche,
los barcos y las estaciones se apresuran
pero tú, tú no morirás
tú alzarás vuelo, Madre, sobre tus puentes
alzarás vuelo
mientras que tus puentes
se abismarán entre los valles

(*) ABBAS BAYDOUN
(Líbano)

Nació en el Sur del Líbano en 1945. Estudió Literatura Árabe en la Universidad del Líbano y después en la Universidad de la Sorbona, en París. Desde 1968 ha desarrollado la escritura poética. Se ha desempeñado también como periodista y dirige la página cultural del diario libanés Al-Safir?. Algunos de sus libros son: Le Temps à grandes gorjees (1982); Tyr (1985), Visiteurs de la première jeunesse (1985); Critique de la douler (1987) y Pour un malade qui est lèspoir (1997), entre otros.

 

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