Eduardo Llanos Melussa

ACLARACIÓN PRELIMINAR

Si ser poeta significa poner cara de ensueño,
perpetrar recitales a vista y paciencia del público indefenso,
infligirle poemas al crepúsculo y a los ojos de una amiga
de quien deseamos no precisamente sus ojos;
si ser poeta significa allegarse a mecenas de conducta sexual dudosa,
tomar té con galletas junto a señoras relativamente deseables todavía
y pontificar ante ellas sobre el amor y la paz
sin sentir ni el amor ni la paz en la caverna del pecho;
si ser poeta significa arrogarse una misión superior,
mendigar elogios a críticos que en el fondo se aborrece,
coludirse con los jurados en cada concurso,
suplicar la inclusión en revistas y antologías del momento,
entonces, entonces, no quisiera ser poeta.
Pero si ser poeta significa sudar y defecar como todos los mortales,
contradecirse y remorderse, debatirse entre el cielo y la tierra,
escuchar no tanto a los demás poetas como a los transeúntes anónimos,
no tanto a los lingüistas cuanto a los analfabetos de precioso corazón;
si ser poeta obliga a enterarse de que un Juan violó a su madre y a su propio hijo
y que luego lloró terriblemente sobre el Evangelio de San Juan, su remoto tocayo,
entonces, bueno, podría ser poeta
y agregar algún suspiro a esta neblina.

JORGE LUIS BORGES EN EL SALÓN DE HONOR DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE

Con el atraso de rigor, nuestro hombre llega guiado por elegantes lazarillos.
La concurrencia estalla en aplausos que ensordecen.
Un profesor tartamudea solemnemente un discurso
y el homenajeado escucha con enternecedora paciencia.
Después lo conducen al púlpito, y él inicia por fin su Clase Magistral.
Sus ojos ciegos chocan contra el techo
y de su boca salen palabras, alondras enlutadas, friolentas,
que se despluman sobrevolando el abismo de la literatura.
Entonces uno descubre que a pesar de los focos y de los micrófonos
y a pesar también de la imprudencia de los camarógrafos,
él permanece ajeno a todo lo que no sea el infinito al que sus ojos tienden,
tras vencer la dureza del cielorraso.
Y no hallará refugio en las estrellas, pues ahora y aquí la única estrella es él.
Oscuros ratones de biblioteca, nosotros acudimos a su luz,
recluyéndolo en un cepo de conferencias, hoteles y entrevistas.
Desde su soledad invadida por cacatúas internacionales
y monos sabios especialistas en preguntas que se responden solas,
él comprende que es apenas un pretexto para que nosotros nos creamos cultos.
De ahí la coraza de sus respuestas –acaso más ingeniosas que profundas–,
de ahí el desencanto en su voz, su falsa o verdadera modestia
de abuelo triste, triste y demasiado lúcido
como para tomarnos en serio.

A LOS COMPAÑEROS DE UNA GENERACIÓN PRESUNTA

Colegas, cohabitantes de la misma caleta, malabaristas
del mismo circo pobre en que hoy yo desnudo mi rostro:
afinemos y afilemos este idioma
para el poeta que vendrá
y que será más grande que nosotros
–nosotros los que extraviamos el camino a cada rato,
los que escribimos en vitrina sin siquiera darnos cuenta–.
Trabajemos, hermanos, por el poeta que vendrá,
dignifiquemos este oficio
que también es más grande que nosotros.

PARTO CON DOLOR

Bien, acepto tu reto, retórico soneto,
y me meto en tu celda de catorce barrotes
donde las rimas silban como aquellos azotes
que un abuelo ceñudo descarga sobre el nieto.
Me someto al dictado de ese viejo son neto
cuyos ecos evocan torturas con garrotes
y entrechoques de grillos que exhaustos galeotes
arrastran como pena por faltarte el respeto.
Tras tus rejas practico, tenaz, esta esgrima
y afilo en tu faja mi mellada navaja
para tajar el verso si en tu caja no encaja.
Con esta áspera rima a manera de lima
(que me arroja en un ojo la herrumbre del cerrojo),
me desenjaulo y parto, tuerto, tullido y cojo.

DECLARACIÓN DE QUIEBRA 

Me cansas, poesía, rumorosa felina,
musa musitadora, golondrina fogosa.
Pero aunque te niego, persisto en esta cosa
de creer que un incendio se apaga con bencina.
Me asomo a la ventana, descorro la cortina
y creo verme pasar: voy a cavar mi fosa
y a grabar mi epitafio (“Bajo tierra reposa
un iluso que quiso filmar en la neblina”).
Porfiada tortícolis de ser juez y ser parte,
emitiendo y tasando, como monedas duras,
acciones de mi endeble empresa de papel.
Ni poeta ni sastre: estoy harto de este arte
de enhebrar agujas en tu pieza a oscuras
y de hilvanarte fundas, serpiente cascabel.

LAS MUCHACHAS SENCILLAS

Las muchachas sencillas
dudan que el mundo sea un balneario
para lograr bronceados excitantes
y exhibirse como carne en la parrilla
de una hostería al aire libre.
Las muchachas sencillas
no cultivan el arte de reptar hacia la fama
ni confunden a las personas con peldaños
ni practican ocios ni negocios
ni firman con el trasero contratos millonarios.
Las muchachas sencillas
estudian en liceos con goteras,
trabajan en industrias y oficinas,
rehúyen las rodillas del gerente,
hacen el amor con Luis González
en hoteles, en carpas, en cerros, en lugares sencillos.
Las muchachas sencillas
se convierten en madres, en esposas sencillas,
luchan largos años como sin darse cuenta,
llenándose de canas, de várices y nietos.
Y cuando abandonan este mundo
dejan por todo recuerdo sus miradas
en fotos arrugadas y sencillas.

SUPLEMENTERO

Te encontramos de madrugada
vendiendo periódicos por un dinero miserable.
Nos remuerden, nos zumban las verdades que aullaste,
esas que ningún sociólogo sabe ni sabrá.
En nuestros ojos son vidrio molido tus harapos, tu tajo en la cara,
tu único diente, tus cincuenta años de implacable agonía,
los titulares para ti tan espantosamente ajenos:
famoso actor de t.v. era el asesino de doce mujeres.
euforia en el carnaval de río.
Porque aquí, a la salida del Mercado, bajo tu nariz,
hay hombres desayunando desperdicios en los tachos basureros,
sin que las bellas en bikini de la fotocolor lo imaginen siquiera.
Y nosotros mismos quedamos aturdidos frente a tus ojos,
tus ojos que preguntan cuál, cuál borracho delirante hizo el mundo.

MONÓLOGO DEL EMPLEADO DE OFICINA

Estoy aquí sentado una vez más,
contemplando el paisaje del calendario,
las piernas de María, la ventana
y la alfombra de smog que cubre el cielo.
A veces, a veces,
María también me mira
y yo escondo tras el escritorio
los agujeros de mis zapatos
y este pantalón de tela de cebolla,
brilloso, tanslúcido ya.
Voy al baño para verme en el espejo
y todo lo que veo es un par de ojeras,
unos hombros de botella,
un pecho de cuchara,
una cintura de huevo,
un bulto, en fin, como de ahorcado
colgando de una corbata
y soñando aún con un aumento.

Y

para ti,
pequeño que
miras
aquellas vitrinas
repletas de regalos
navideños,
para ti ha crecido
este pino hecho de las mismas
palabras que usas cada día
y sin ningún otro juego luminoso
que el pestañeo de tus ojos de huemul asustado.
El colmo sería, amigo mío,
que yo terminara como póster o tarjeta
y que me exhibieran en la vitrina, sin que tú me leyeras.
EN
ESE
CASO
SERÍA
MEJOR
VOLVER
al fondo de mamá tierra
heme
pues ♥ aquí
soy el frondoso
árbol genealógico
de toda poesía ♥ vieja o nueva
sea adánica ♥ edénica o satánica
algunas de mis hojas caen ♥ es cierto
pero esponjan la tierra ♥ se hacen abono
mis mejores frutos estallan sobre las cabezas
de quienes se van por las ramas ramoneando
o de quienes dormitan y roncan bajo mi sombra
la verde verdad de mi follaje busca más y más cielo
por eso mis raíces se hunden en el subsuelo
acepto riegos y podas ♥ mis pájaros cantan
me olvido de esos que acuchillan mi corteza
borro sus nombres mientras voy creciendo
me asustan los hacheros que cumplen
órdenes municipales o ministeriales
¿qué daño hago yo a nadie?
A TI QUE MIRAS
TE RUEGO
RESPETAR
Y AMAR
CADA
RAMA
TODA
HOJA
CADA
HIJA
TODO
NUDO
DE MI
TRONCO
Y POR FAVOR
NUNCA ORINES
AQUÍ EN MIS RAÍCES

Eduardo Llanos Melussa: psicologo, poeta, e docente di Psicologia della Comunicazione e della Creatività a Santiago. Ha pubblicato Contradiccionario (Santiago, 1983), pubblicazione che consta di tre raccolte: Textos y pretextos, Eros/iones e Pasábamos por aquí. Parti di quel libro hanno ottenuto il Primo Premio in vari concorsi di poesia: Ariel (1978), Concurso Nacional de Literatura Juvenil (1978), Gabriela Mistral (1979), Juegos Florales Semana Valdiviana (1982). Ha parzialmente pubblicato Disidencia en la tierra, libro che (in consegne parziali e partecipando sotto pseudonimo) ha ottenuto il Premio Iberoamericano “Javiera Carrera” (1984), il Premio Latinoamericano “Rubén Darío” (Nicaragua, 1988) e il Premio Centenario de Gabriela Mistral (1989). Mantiene inedito Como un brasero que se extingue en la llovizna (Premio “Pedro de Oña” 1990) e altre raccolte. Nel 1995 ha pubblicato Porque escribí, antologia critica di Enrique Lihn preparata per la Editorial Fondo de Cultura Económica, libro che conta già una seconda edizione. Ha pubblicato inoltre prologhi e studi su Nicanor Parra, Gonzalo Rojas, Jorge Teillier, tra gli altri, e mantiene parzialmente inedito un lungo saggio sui poeti suicidi dell’America Latina.

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